La década de los 60.

Como hemos visto, esta década se inicia con un joven gobierno revolucionario que intenta sobrevivir a las circunstancias adversas que lo envuelven, principalmente el acoso por parte de EE.UU., cuyos intereses económicos en la isla se han visto seriamente dañados y que además empieza a ver Cuba como una amenaza estratégica debido a las cada vez más estrechas relaciones de la isla con la URSS.

La invasión de Bahía de Cochinos.

Columna de prisioneros en Playa Girón.

En 1960 se suceden los intentos de desestabilización del régimen cubano. En octubre es aplastada una rebelión armada constituida por varios centenares de hombres en la sierra de Escambray. Raul Roa, ministro de relaciones exteriores, denuncia ya por entonces en Naciones Unidas que se estaba planeando una invasión de Cuba, organizada desde la base naval de Guantánamo. En esta atmósfera de alerta se radicalizan las medidas internas de seguridad, creándose los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) con el objetivo de prevenir la aparición de tendencias contrarrevolucionarios en un momento muy delicado. En esta misma época, la creciente afinidad de Cuba con URSS queda patente con la firma de un nuevo tratado comercial en el que URSS se compromete a comprar 2,7 millones de toneladas de azúcar por año. En otra vuelta de tuerca ante las medidas punitivas desde EE.UU, Castro amenaza, si no se le levanta el embargo comercial, con vender 4 millones de toneladas de azúcar a los paises del bloque socialista a un precio inferior al de mercado, lo cual provocaría un derrumbe del sector a escala mundial.

En esta atmósfera de tensión se produce la invasión: el 17 de abril de 1961 desembarca una fuerza de 1500 hombres (en su mayoría exiliados de Miami), en Bahía Cochinos (actual Playa Girón). EE.UU ha financiado, preparado y provocado esta acción. El primer error se produce días antes, cuando las fuerzas aéreas norteamericanas (camuflando las señas de identidad de los aparatos, por supuesto) bombardean los aeropuertos militares cubanos para destruir su aviación. No contaban con que el astuto Raúl Castro teníe escondidos parte de los aparatos temiéndose algo así. El segundo error es el hecho de que al organizar la invasión se subestimó el enorme apoyo popular con que contaba Castro, ya que se pensaban que previa organización de algunos movimientos subversivos conseguirían que parte de la población se adhiriera a los atacantes.

Ocho aviones B-26 son abatidos, dos barcos de la flota que transportaba a los asaltantes hundidos, los demás, viendo el panorama, se retiran, dejando al contingente a su suerte en suelo cubano. El primer día consiguen avanzar 42 kilómetros, causando importantes bajas a los milicianos cubanos. No obstante, el contingente de fuerzas que el 18 es enviado a la zona, que cuenta con aviación y carros de combate, aplasta fácilmente a los invasores, de los cuales tan sólo regresan 14, y 1189 son hechos prisioneros. En este momento se procede a nacionalizar las empresas mineras e industriales, teléfonos, eléctricas, transportes, hoteles y bancos, que serán en adelante administradas por el estado. El 2 de septiembre, Castro rompe en público el tratado de ayuda mutua cubano-norteamericano. En ese día, ante una congregación de cientos de miles de personas, designadas por Castro como "Asamblea General Nacional del Pueblo", se adopta la Declaración de La Habana, que "condena la intervención abierta y criminal que el imperialismo de EE.UU. ha ejercido durante más de un siglo en todos los países de Latinoamérica" al tiempo que declara a Cuba como "primer territorio libre de las Américas".

Los prisioneros de Bahía de Cochinos son juzgados y condenados a 30 años de cárcel, pero posteriormente son objeto de diversas negociaciones en las que Cuba está dispuesta a canjearlos, para lo cual no llega a establecerse un acuerdo con EE.UU. Al final, se fija una indemnización de 62 millones de dólares para ponerlos en libertad. Como primera fase se envían a EE.UU. 60 prisioneros enfermos, a cambio de 2,5 millones de dólares que son abonados por un grupo del exilio. El resto no será puesto en libertad hasta diciembre de 1962, a cambio de 53 millones de dólares en alimentos y medicinas.

La creciente influencia de la URSS.

Tras el incidente de Bahía de Cochinos, Castro sorprende al mundo al declarar abiertamente el "carácter socialista de la revolución". Es muy posible que la conversión al marxismo de la revolución cubana fuese una respuesta lógica a las crecientes agresiones apoyadas desde EE.UU, que ponían a Cuba en una situación que no le dejaba otra alternativa que buscar el apoyo de la única potencia mundial que se lo podía dar en ese momento para asegurar su supervivencia: la URSS.

El 3 de septiembre de 1962, Cuba y la URSS firman un convenio de carácter militar. URSS acusa a EE.UU. de acciones hostiles contra Cuba y reconoce abiertamente haber facilitado a este país armamento y especialistas militares. Efectivamente, Cuba ha recibido de manos de su protector un verdadero arsenal: 125 tanques, 428 piezas de artillería, 170 cañones anticarro, 898 ametralladoras, 920 baterías antiaéreas, 7250 metralletas y 167000 fusiles, amen de municiones en abundancia.

La crisis de octubre.

Alcance de los misiles MRBM (en violeta) e IRBM (en rojo) situados en Cuba.

La llegada de armamento soviético preocupa a EE.UU, y Kennedy anuncia la imposición de una cuarentena a todos los buques que transportasen armas a Cuba. En este punto se descubre una maniobra que da lugar a una de las más agudas crisis por las que atraviesa la guerra fría: el despliegue de misiles balísticos en suelo cubano por parte de los soviéticos (concretamente misiles de medio alcance de tipo MRBN, con alcance de 2000 km, y IRBM, con alcance de 4000 km.). Este hecho tiene lugar en octubre de 1962, y origina una escalada de tensión entre EE.UU y la URSS. De hecho, la URSS carece en ese tiempo de misiles de largo alcance, de tipo transcontinental, y la colocación de bases en Cuba compensa estratégicamente la presencia de bases estadounidenses en sus paises aliados de Europa. En total cuarenta baterias de cohetes han sido instaladas en suelo cubano. Kennedy amenaza con invadir Cuba si las bases no son desmanteladas, y finalmente Jruschev cede ante Kennedy:

"Si usted garantiza que Estados Unidos no va a invadir nunca Cuba y que no apoyará ninguna fuerza que pudiera tener la misma pretensión, no habría ya ningún motivo que justificara la presencia de nuestros expertos militares en Cuba."

Estas negociaciones son llevadas sin contar para nada con Cuba, que se siente justificadamente indignada al percatarse de que se la ha estado utilizando como un peón más en el enfrentamiento entre las dos potencias. Cuba tiene que conformarse con un compromiso verbal por parte de EE.UU, pero posiblemente este desenlace salvó a Cuba de una posible invasión en el futuro, al ejercer la URSS el conveniente papel disuasorio. 

EE.UU. no quedó satisfecho del todo con el resultado de esta negociación, ya que si había doblegado a la URSS en el golpe de mano, el verdadero ganador fue Cuba que en adelante veía mas asegurada que nunca su supervivencia. Por ello, en 1963 Kennedy endurece el bloqueo con la llamada Ley de Comercio con el Enemigo, que prohibe cualquier transacción comercial y personal entre las dos naciones, convirtiéndose así en el único país del mundo que prohibía a sus ciudadanos viajar a Cuba.

Las cruzadas del internacionalismo.

Si bien la URSS acoge con buenos ojos a su nuevo aliado desde un principio, lo cierto es que Fidel demuestra ser un aliado conflictivo desde el principio, pues aunque acepta estar bajo la protección soviética para asegurar la supervivencia, tanto económica como militar, de su revolución, no por ello está dispuesto a renunciar a su total independencia política y es por ello que las iniciativas cubanas en el marco internacional son vistas por los soviéticos como un problema. Fidel Castro es un idealista que aspira a exportar su revolución a otros países del tercer mundo (los llamados paises no alineados) en una cruzada cuyo objeto es vencer al imperialismo y liberar a los pueblos de su yugo. Al parecer, Fidel no comparte la filosofía de "convivencia pacífica" que intentan aplicar las dos superpotencias en sus relaciones mutuas, prefiriendo un estado de lucha abierta contra las fuerzas del "imperialismo". Por ello la URSS presiona a Cuba para que adopte una política exterior menos "independiente", al tiempo que subyace cierta inquietud ante la posibilidad de que Cuba adopte ciertas tendencias políticas de carácter pro-chino, postura que supuestamente fue defendida por Ernesto Guevara, que acabó su andadura renunciando a su cargo de Ministro de Industria para poder dedicarse de lleno a exportar la revolución (ver su biografía en esta misma página). La carta de dimisión de Guevara fue leída por Castro el 3 de octubre de 1964, en ella afirmaba que renunciaba a todos sus cargos en el Gobierno, el ejército y el Partido con el fin de entregarse plenamente a la exportar la revolución socialista a otros países. 

En la década de los 60 Cuba apoya abiertamente los movimientos revolucionarios en otros países latinoamericanos y africanos. Esta actitud contribuyó a que uno tras otro los países de la OEA fueran rompiendo sus relaciones con Cuba, medida que se adoptó en una reunión de la dicha organización celebrada en Washington a raíz de la queja formulada por Venezuela acerca del supuesto apoyo de Cuba a grupos revolucionarios en su país. Entretanto, Cuba recibe proyectiles antiaéreos de la URSS y se establecen 24 bases para cohetes. A finales de este año se reúnen en La Habana delegados comunistas de 22 países latinoamericanos para plantear una mayor unidad revolucionaria en el continente. Fidel sigue manteniendo su intención de mantener una política internacional y económica independiente dentro del bloque comunista, y el 4 de enero de 1965 establece un pacto comercial con China por espacio de cinco años, a la vez que ambas potencias reiteran su intención de seguir en la lucha contra el imperialismo. Curiosamente, esto no pareció deteriorar las relaciones con la URSS, para quien Cuba seguía siendo el niño travieso a quien todo se le podía tolerar (no olvidemos que en ese tiempo China y la URSS rivalizaban abiertamente, cada una con su modelo propio de socialismo).

La adhesión al   modelo soviético.

Fidel con Nikita Jruschov, en su visita a la URSS.

A raíz de la fracasada invasión de Bahía de Cochinos y, sobre todo, tras la crisis de los misiles, Cuba entra en un proceso de acercamiento cada vez mayor a la unión soviética y, como era previsible, de adopción de sus premisas políticas y filosóficas. De esta manera vemos cómo el marxismo-leninismo acaba siendo la filosofía de base del régimen cubano, proceso que se acentúa al ir avanzando por la década de los sesenta. Así vemos cómo en 1965 Castro dispone que el Partido Unido de la Revolución Socialista (PURS), (que había englobado las principales fuerzas que tomaron parte en la Revolución, como el 26 de julio liderado por el propio Fidel, el Partido Comunista y las organizaciones estudiantiles), sea denominado en adelante Partido Comunista de Cuba (PCC). Se crea un nuevo Comité Central encabezado por un politburó de ocho miembros, y se refuerza la actuación de los CDR.

Fidel se define por primera vez en público como marxista en noviembre de 1960, aunque segurá empeñado en mantener su propia línea política. A este respecto en febrero de 1962 se proclama una Segunda Carta de La Habana, en la que se hace un verdadero llamamiento a la insurrección de las masas campesinas de todo el mundo. La URSS se percata de que esta actitud pone en peligro su política de "coexistencia pacífica", al tiempo que teme que se produzcan desviaciones pro-chinas en la política cubana (postura al parecer defendida por Ernesto Guevara, que nunca vio con buenos ojos a la potencia soviética, a la que consideraba una forma diferente de imperialismo, que evitaba el compromiso con los pueblos oprimidos atendiendo más bien a sus propios intereses). Fidel, no obstante, sigue obstinándose en no aceptar la realidad, y crea en 1966 un sistema de apoyo a las guerrillas de todo Latinoamérica, bajo la filosofía de que "el deber de todo revolucionario es hacer la revolución." Al finalizar el año se afianza la posición de Fidel Castro, que reemplaza parte de los miembros de la "vieja guardia" por otros leales a él y afirma una vez más sus cargos de secretario general del PCC y jefe del Gobierno.

No es de extrañar, teniendo en cuenta los crecientes esfuerzos de la URSS a la hora de llamar al orden a su aliado del Caribe, que la muerte de Ernesto Guevara combatiendo en Bolivia (1967), venga a marcar el fin del sueño perseguido por el castrismo, que preconizaba una vía específicamente castrista de la revolución como modelo a exportar. Un hecho sintomático de este cambio es el hecho de que Fidel aprueba, el 23 de agosto de 1968, la intervención soviética en Checoslovaquia, en una clara muestra de adhesión a la política internacional soviética. Otro síntoma del cambio que se está operando es la radicalización ideológica que se traduce en un control cada vez más efectivo sobre la población, sobre todo a nivel de los comités de barrio (CDR). Queda proscrita la religión por considerarse contraria a las ideas defendidas por la revolución, hasta el punto que a los confesos se les prohíbe el acceso a los cargos públicos y no se les permite integrarse en el PCC.